Solo por Dudamel...



Solo por Dudamel por Lidia Coronado
3 de agosto de 2009

Mi amiga para toda la vida, Iris, quería ver a Dudamel en el Teresa Carreño Para la función del 5 de agosto vendían las entradas el 29 de julio desde las 9 AM. Como ella tenía que trabajar, me ofrecí a comprarlas. Pensé ir a nadar primero y luego ir a comprar las entradas. El día antes cambié de idea, comprar las entradas primero y luego ir a nadar; en broma, Iris comentó que había que pasar la noche en el teatro para conseguir las entradas.
No era broma. Llegué a las 8 AM pensando esperar una hora y hacer una hora de cola, o algo así, y luego ir a entrenar. Señores, no tienen idea; o yo… no tenía idea. Cuando llegué al “Teresa,” que es como llamábamos cariñosamente a nuestro teatro antes que fuera “de todos”. Me estacioné sin problemas. Buena señal; subí y había gente arropada con cobijas, ¿durmieron allí? De repente me sentí en Londres esperado la apertura de las librerías para comprar el último libro de Harry Potter. Algunos verdaderos fanáticos llegaron a las 3.30 AM, Eso no es amor, es fanatismo. ¿Dormir en el Teresa?!Se volvieron locos! Por fin descubrí, gracias a un vigilante, dónde estaba la cola. Una señora anotaba a la gente para que nadie se coleara, el fanático organizado.com, A esa hora, antes de las 8 AM, mi número fue el 290. 290 personas se levantaron temprano para comprar entradas para ver ¡un concierto de música académica! Aquí pasa algo! Lo que hace uno por... Dudamel.
Esto es Venezuela. Si usted no ha venido nunca, sepa que la mejor forma de conocer nuestra cultura, lo que nos define, es hacer una cola o fila, de varias horas en un banco, en la Onidex , en un aeropuerto, para obtener un pasaporte, para votar en cualquier elección o para comprar entradas para Dudamel. Al pasar unos minutos en la cola, que usted sabe que no se va a mover porque falta una hora para que abran la taquilla, alguien o usted mismo, comienza por lo general a hacer comentarios, en voz alta, sobre la cola, la limpieza o la situación política a ver quien contesta, quien se engancha al comentario y... zas. Listo: ¡amistad para toda la vida!
Delante de mi había tres muchachos que hacían aquella cola para comprar entradas para… una despedida de soltero! A ver, insisto en que aquí pasa algo… 7 horas de cola para comprar entradas para ver Carmen como… despedida de soltero? Además tenían pinta de todo menos de nerdos, uno era músico, pero más de guataca. Las señoras de mi izquierda que llegaron inmediatamente después de mi, se veían como muy frágiles, no sabían nada sobre el teatro, y mucho menos sobre la ubicación de las sillas. Por supuesto me ofrecí a asesorarlas, aunque cuando por fin nos tocara comprar nuestras entradas, sería muy poco lo que podríamos escoger si es que había entradas. Al pasar las horas, ya habíamos pasado por la parte de la política y hablar mal del gobierno -aunque mal y gobierno en la misma frase es una redundancia- es bueno saber que en varios coleros a la redonda todos éramos opositores, oligarcas que hacemos una cola de 7 horas para comprar una entrada de 40 bolívares y hasta de menos, si tuviéramos con que, lo hubiéramos ido a ver a NY, por ejemplo o en Madrid.
Nuestra amistad en la cola se fue fortaleciendo, entre lluvia y sol; con la lluvia corríamos a buscar techo o paraguas, y bajo el sol inclemente, unos se quedaban en el puesto y los otros nos refugiábamos un rato bajo techo. Uno de nuestros vecinos -de la despedida de soltero- generosamente nos trajo agua, es que definitivamente somos venezolanos. Si usted está en cola, y decide salir de ella para comprar algo, se siente gratamente obligado a traer algo para los que se quedan en la misma, por empatía de paciencia y porque le están cuidando el puesto, este puesto que tantas horas le ha costado.
El teatro tiene sus ventajas, tiene unos bancos de concreto que delimitan las jardineras, así que la cola (siempre y cuando no llueva) se hace sentaditos. Entonces es algo como un juego de la silla, pero con un gentío, se mueven 15 de la cabeza o de la cola. ¿Por qué? Así funciona. El vigilante hace pasar de a 15 a unas sillas de plástico que están cerca de la taquilla, y allí hay otra mini cola antes de la taquilla. Hay 4 personas atendiendo, pero, la gente sigue siendo lenta, cuando les toca su turno, no saben para donde van, cuando se mueve alguien, el resto se levantan y se ruedan, el asunto es que no lo hacen a la misma velocidad y cuando se sienta, alguien… queda afuera.
Les cuento que solo se pueden comprar 4 entradas por persona, porque suponen que usted tiene esposo y 2 niños, una familia estándar, es decir que el que tenga 3 niños, uno se queda inculto. Si usted solo quería comprar una, le quedan 3 para alguien de la cola, pero sus amigos ya saben que está en la cola, porque le han mandado miles de mensajes y nada, usted sigue en el teatro, así que pasan la voz y al final termina pidiéndole a las señoras de al lado, como me pasó a mí: una entradita por el amor de Dios, porque me faltó el esposo de una amiga.
Después de ese montón de horas, nos fuimos acercando, ya nos daba dolor que nos dividieran al final, y las señoras de al lado ya habían conectado conmigo para que las asesorara con sus entradas. Ellas me dejarían comprar una de las entradas para mi amigo.
El cuento es cruel. Cuando ya estaba a 40 personas de las taquillas, me llamó mi amiga La turbo, para invitarme al mismo concierto pero gratis con entradas en mano y todo. ¿Lo pueden creer? Eso no pasa en Luxemburgo, como diría mi sobrino Rafa. En el último minuto, casi lloro, como para salir corriendo, pero… ¿y mis amigas? ¿Cómo las iba a dejar sin entradas estando tan cerca? No me parece, ¿y esta historia? Si me voy ¿quién la cuenta?
Finalmente, después de 7 horas, conseguí mis 5 entradas: ¡toda una epopeya! más o menos pegados a la pared en el patio, exactamente en la última fila lo mejorcito que quedaba, fue una experiencia muy divertida y edificante, ver como venezolanos de todas las edades y de todos los tipos somos capaces de hacer una super cola para ver a un director de orquestas venezolano también. Lo increíble es que cuando llegamos a la taquilla había una cola de más de 400 personas detrás de nosotros. Todo por mis amigas y por Dudamel… ¡solo por Dudamel!

Lidia Coronado


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Lidia, con que facilidad capturas la esencia del venezolano en esta anéctota. A pesar de estar viviendo fuera de Venezuela ya casi 30 años, añoro esas experiencias cotidianas que tanto nos definen. La última vez que viaje a Venezuela fué por el fallecimiento de mi padre en Barquisimeto, y tuve que arreglar un montón de documentos legales. Cola en los bancos, cola para renovar la cédula, el pasaporte, el sello, la estampilla, cola, cola, cola... En cada una de ellas haces un amigo, te enredas en una conversación, en fin, te conectas con la gente y creces como ser humano. Nací y crecí en Venezuela hasta los 14 años de edad y tengo la esperanza de volver y aunque sea pasar mis últimos dias rodeado de mis venezolanos queridos... aunque sea en una cola...

Un abrazo,

Carlos Julio Rodríguez
BDEMELILLO ha dicho que…
BUENISIMO !!!

YA LO HABIAMOS HABLADO, EL FENOMENO ES SOCIAL !
NO IMPORTSA SI LA GENTE TINE MINIMA IDEA DE LO QUE VA A ESCUCHAR, LO IMPORTANTE S NO QUEDARSE ATRAS SIN VER A DUDAMEL...
ES UN BUEN COMIENZO QUE DESEO SE MULTIPLIQUE A TODAS LAS AREAS NECESARAS DE PARTICIPACION.
QUE NO IMPORTEN LAS COLAS NI LAS HORAS HASTA LOGRARA EL OBJETIVO.

ES MI MAS PRECIADO SUEÑO !!!
Lidia C ha dicho que…
carlos j... que bello comentario gracias.. y que sentido.. ya sabemos que venezuela es lo maximo y que si nos vamos nos la llevamos en el corazon llena de venezolanos..
gracias otra vez...
pronto colocare otros escritos.. y cambiare este por una version mas corregida.. misma esencia...
lidia


gracias belen amiga querida.. pues si.. hay que seguir luchando sin tregua
Pablo Siana ha dicho que…
Como seguidor de Dudamel (aunque en España) me lo he pasado "pipa" leyendo esta odisea. Creo que yo hubiera sido de los de hacer noche ¡Todo por Dudamel!

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